diciembre 31, 2013

Caterina Simonsen y la crueldad de la irracionalidad

Iba yo a comentar para cerrar el año algunas cosas del blog, pero hoy he leído un ejemplo verdaderamente lacerante del daño, el profundo daño y deshumanización que son consustanciales a las creencias irracionales.

Caterina, en foto de Facebook.
Ella es Caterina Simonsen. Italiana, originaria de Padua. 25 años de edad. Estudiante de veterinaria en la Universidad de Bolonia. Tiene varios perros. Sufre de graves afecciones genéticas pulmonares debido a las cuales debe usar tubos para respirar y numerosos medicamentos.

Esta foto ya no está en su página de Facebook. De hecho, ha cerrado su página de Facebook, abrumada por una virulenta campaña de odio.

A los 18 años, los médicos le dijeron que sus afecciones eran incurables, dado que tienen la característica de volverla inmune a los tratamientos muy rápidamente. Ha sido sometida a multitud de tratamientos experimentales para tratar de prolongar su vida.

El 21 de diciembre pasado, Caterina celebró haber vivido otro año y cumplir los 25. Subió a una página de Facebook en favor de la investigación científica esta foto con el mensaje: "Tengo 25 años gracias a investigaciones legítimas que incluyen experimentos en animales. Sin investigación, habría muerto a los nueve años. Me han regalado un futuro."



Las afecciones contra las que lucha Caterina, según Oggi.it son, entre otras, una inmunodeficiencia primaria, déficit de proteinas C y S, déficit de alfa-1 antitripsina, neuropatía de los nervios frénicos, prolactinoma, un tumor hipofisiario, asma alérgica y tiroides autoinmune. Sobrevive gracias a un respirador que debe usar entre 16 y 22 horas al día, un aparato que produce vibraciones para ayudar a eliminar mucosidades y costras de los pulmones. Para enfrentarlas, consume muy diversos medicamentos en aerosol, oralmente e inyectados.

Lo siguiente que recibió Caterina fue una oleada de mensajes de presuntos "defensores de los animales", "animalistas", "defensores de los derechos de los animales" o gente que se autodefine de modo similar.

¿Los mensajes?
"Por mí muérete mañana, no sacrificaría a mi pez dorado por ti." 
"Si hubieras muerto de niña, a nadie le habría importado." 
"Por mí también podías morir a los nueve años, no se hacen experimentos en ningún animal, raza de bestias repugnantes."
En total 500 ataques verbales y 30 amenazas de muerte.

Caterina pasará el fin de año en el hospital, con una nueva infección, tratada con un nuevo antibiótico porque el anterior ha dejado de ser efectivo. Pero ahora está aislada. El hospital teme que alguno de los fanáticos animalistas atente realmente contra la vida de Caterina.

Caterina ha reafirmado su convicción de que la investigación con animales es indispensable hoy.

Y ha aparecido una página de apoyo en Facebook.

Estar contra Caterina no es estar con la vida.

Todos los animalistas que viven en la actualidad están vivos gracias a la experimentación con animales. Les guste o no.

Experimentación que cada vez más se hace bajo reglas éticas muy estrictas.

La única forma de acabar con la experimentación con animales es la creación de modelos fiables, cultivo de tejidos, desarrollos en biología molecular y otros avances que nos permitan aprender lo mismo para salvar vidas humanas que nos permite hoy la experimentación animal.

La prohibición, la crueldad y la misantropía disfrazada de "amor a los animales, bueno, no a todos" no son un camino razonable, salvo para quienes están dispuestos a sacrificar a un ser humano por un animal, y sus creencias les han destrozado toda moralidad.

Esos avances sólo los puede lograr la ciencia, algo que no están haciendo, claro, los grupos fanáticos animalistas que desprecian el conocimiento porque no saben siquiera lo que es. Ni parece importarles. Creen que el mundo es como es por cuestión de magia.

Algo sobre la misantropía y deshumanización de los presuntos animalistas ya lo hemos comentado en este blog aquí, aquí y aquí.

La irracionalidad lastima, la irracionalidad es cruel, la irracionalidad deshumaniza, la irracionalidad hace perder la perspectiva y, finalmente, la irracionalidad mata.
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Actualización 4 de enero: Nadie crea, no, que esto pasa en Italia y será cosa de ellos. Desde que publiqué esta entrada he recibido una cantidad asombrosa de correos rebosantes de odio, acusándome de insultar a los animalistas, de odiar a los animales y de disfrutar con el dolor de otros seres, con el regreso de personajes que en el pasado me han amenazado por mis opiniones, con una obsesión insana... e incluso hubo algún comentario en Facebook exigiendo que Caterina se dejara morir para salvar a los animales de los laboratorios que estudian sus enfermedades. El tono de los mensajes es indistinguible del de cualquier fanático religioso violento, de cualquiera que no acepte ninguna disidencia respecto de sus dogmas, y con la misma falta de respeto a la vida humana ajena.
Actualización 2 de marzo: Caterina está en pie de lucha, no contra los salvajes animalistas que la amenazaron e insultaron, sino como parte de una organización italiana que lucha por aumentar la comprensión de la sociedad sobre las enfermedades raras, Malatie Rare, de las cuales ella padece cuatro. El problema de la falta de investigación sobre esas enfermedades que sólo afectan a un puñado de personas en todo el mundo es grave, por falta de recursos, sobre todo. Dejo uno de los últimos vídeos de Caterina. Está en italiano, pero es un homenaje a una chica luchadora contra la barbarie que preferiría verlos muertos a ella y a todos los que buscan la esperanza de vivir y ser felices que es un derecho humano básico.

diciembre 17, 2013

El Nobel Richard Roberts: "Se me citó incorrectamente"

"Se me citó incorrectamente", dice Sir Richard
J. Roberts, biólogo molecular y Premio Nobel
de Química 1993. (Foto CC de Paloma
Baytelman vía Wikimedia Commons) 
Usted seguramente ha leído, porque está emplastado por toda la red, que un Premio Nobel de Fisiología o Medicina, el Dr. Richard Roberts, ha realizado algunas afirmaciones terribles, como que las farmacéuticas "bloquean los medicamentos que curan" e incluso, delictivamente "bloquean su distribución",  que producen "medicamentos cronificadores" que provocan que sus víctimas sufran enfermedades toda la vida, que la investigación es súbitamente "desviada" para hacer medicinas que "hacen crónica la enfermedad".

Una terrible acusación que sustentaría la visión conspiranoica, sostenida por personajes como la monja Teresa Forcades, los delirantes empresarios del miedo, los anticientíficos del New Age y los misteriólogos que viven de fingir que encuentran terribles y malignas verdades en cada esquina.

Pero el Dr. Richard Roberts asegura que no dijo eso.

Sólo que en estos seis años nadie le informó de cuanto se le atribuía en los medios hispanoparlantes para que hiciera las aclaraciones que considerara pertinentes.

De hecho, no fue posible encontrar entrevistas en inglés (él es británico y trabaja en los EE.UU.) donde ampliara o reiterara esas afirmaciones, aunque es fácil encontrar otras cosas que ha dicho, como que la investigación para las curaciones debe ser producto de la inversión pública porque es absurdo suponer que las farmacéuticas van a investigar algo que no les deje rentabilidad financiera, como empresas que son. Y lo más rentable es tratar enfermedades crónicas que requieren atención toda la vida. Lo cual puede ser poco amable, pero no tiene los niveles delictivos que la conspirósfera le ha atribuido.

Así que nos pusimos en contacto con él para preguntarle sobre sus declaraciones.

Y lo primero que nos dijo es: "Se me citó incorrectamente, y probablemente de modo deliberado, por lo que parece".

Algunas de las literalmente miles de reproducciones, reinterpretaciones y redistorsiones que
han aparecido a lo largo de los años  de las supuestas declaraciones que "La Contra" atribuyó
al Dr. Richard Roberts en julio de 2007. (Haga clic para verlo a mayor tamaño.)

La fuente original de las multicitadas supuestas declaraciones del Dr. Roberts es el periódico La Vanguardia del 27 de julio de 2007, en la sección "La contra", conocida por su desapego de la realidad y su promoción de las pseudociencias. En ella, el redactor Lluís Amiguet le atribuye citas como: "...de repente, (la investigación) es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que hacen crónica la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento” y también "...es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo".  (Las negritas de todas las citas son añadidas).

Si hubiera científicos trabajando en sustancias que provoquen que una enfermedad se vuelva crónica, si hubiera tales medicamentos "cronificadores" pregúntese, pensando en la forma en que funcionan los tribunales de los EE.UU., el mayor mercado del mundo: ¿por qué no hay demandas por esta barbaridad de campo de concentración como sí las hay contra otras acciones reprochables, generalmente mucho más inocentes, de empresas de todas las actividades económicas imaginables, no sólo de las farmacéuticas grandes y pequeñas?

(Un ejemplo son los laboratorios homeopáticos como Boiron, que el año pasado se vio obligado a pagar 12 millones de dólares para resolver una demanda colectiva de gente que se consideraba defraudada por haber pagado como medicamentos unas píldoras de azúcar con la marca Oscillococcinum, además de detener sus prácticas de publicidad engañosa, anunciando en sus paquetes que sus pócimas no han sido evaluadas por la agencia de medicamentos y alimentos (FDA) y explicar las diluciones que hace y por las cuales se puede afirmar que la homeopatía es 100% agua, un cambio que le costará otros 7 millones de dólares.)

Las farmacéuticas invierten en los productos que dejan más dinero a sus accionistas, algo que no es sorprendente en sí. Es una realidad que conocen muy bien quienes padecen enfermedades raras y que dependen de la inversión pública y la solidaridad social para costear las investigaciones sobre sus dolencias. Pero de allí a tener como política la creación de sustancias que provoquen que las enfermedades se vuelvan crónicas, como psicópatas desalmados de caricatura media un gran trecho.

"Lo que sí dije," nos escribe el Dr. Roberts en los mensajes que intercambiamos por correo electrónico en los últimos meses, "es que las compañías farmacéuticas tienen poco interés en gastar mucho para encontrar curas de algunas enfermedades porque una vez que se encuentra una cura eso limita enormemente el potencial de mercado. Prefieren encontrar medicamentos que sean efectivos contra enfermedades crónicas que los pacientes tendrán que seguir tomando durante muchos años, idealmente el resto de sus vidas".

Algo que, por otra parte, el Dr. Roberts ha señalado en numerosas ocasiones. Quienes padecen hipertensión, por ejemplo, deben tomar, por siempre, "antagonistas de los receptores de angiotensina II" y "bloqueadores de los canales de calcio" para prolongar su vida y evitar problemas cardiacos asociados a la hipertensión (que por cierto, carece de síntomas). Eso es muy distinto a que esos medicamentos mágica y malvadamente "conviertan en crónica" la hipertensión arterial.

El Dr. Roberts explica qué es lo que le molesta: "El único problema que tengo con eso es que las compañías farmacéuticas no deberían fingir que están interesadas en curaciones, porque no lo están. Hasta donde sé, es infrecuente que financien investigaciones que busquen curaciones. Eso es distinto que decir que estén intentando hacer crónicas las enfermedades, que no es verdad. Del mismo modo, aunque habitualmente no hacen investigaciones que conduzcan a una curación, hay una enorme cantidad de investigaciones que se hacen en hospitales y entornos clínicos que sí buscan curaciones. En los Estados Unidos, los National Institutes of Health gastan muchos miles de millones de dólares al año haciendo precisamente eso".

El científico, que trabaja en la empresa New England Biolabs (dedicada a suministrar reactivos biológicas para la investigación en las ciencias de la vida, incluida la farmacéutica) aclara: "No dije que las farmacéuticas detuvieran investigaciones prometedoras que llevaran a curaciones. Más bien que no tienen incentivo para hacer ese tipo de investigaciones en primer lugar". Y cita: "El único caso que conozco en que las farmacéuticas trataron de desacreditar una investigación se refiere a la Helicobacter pylori, que causa úlceras y por cuyo descubrimiento Marshall y Warren recibieron el Premio Nobel. Sus hallazgos fueron cuestionados constantemente en los primeros momentos por las farmacéuticas, que preferían vender antiácidos" (Nota 1).

El Dr. Roberts aclara que las compañías farmacéuticas: "No son poco éticas en lo que hacen, dado que fabrican productos que la población en general necesita: antibióticos, analgésicos, agentes anticáncer, etc. Donde se extralimitan es cuando afirman estar buscando curaciones. Ése no es habitualmente su modelo de negocios, excepto en casos como el de los antibióticos. Y hasta hace poco tiempo no habían estado gastando demasiado dinero buscando nuevos antibióticos porque los márgenes de beneficios son muy bajos".

Ante ese panorama, el Dr. Roberts recuerda que las curaciones que no buscan las farmacéuticas, como la del VIH, están siendo investigadas en "la esfera académica". Abunda: "La búsqueda de curaciones casi con certeza se hace mejor a través de la medicina académica y sólo se transfiere a las empresas cuando hay un modelo de negocios que tiene sentido".

Quizá, entonces, antes que promover el pánico a la industria biomédica, los conspiranoicos harían bien en promover lo único que hace avanzar a la medicina: la inversión pública abundante en ciencia, en laboratorios, en estudios clínicos, en investigación básica y aplicada como la que se ha decapitado en España en los últimos años, precisamente dejándolo todo en manos de empresas privadas que no pueden ni quieren asumir las responsabilidades sociales que pertenecen a los gobiernos.

Pero quizás informar correctamente de las críticas y los problemas reales tampoco es rentable para quienes viven –y bien– del sensacionalismo, la incertidumbre y el miedo.
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Nota 1: Lo que relata el Dr. Roberts ocurrió poco después de que, en 1982, Barry J. Marshall y J. Robin Warren descubrieron que las úlceras estomacales no eran producto del "estrés" y otras ideas vagas, sino que las causaba la infección con la bacteria que llamaron Helicobacter pylori. Pese a los intentos de las farmacéuticas, pese al enorme valor que tenía por entonces el mercado de los antiácidos, y pese a que las farmacéuticas estaban bajo menos regulaciones que en la actualidad, se impusieron los hechos, los datos científicos, no las afirmaciones conspiranoicas promovidas con la fuerza de las farmacéuticas, y hoy la mayoría de las úlceras son curables con un sencillo tratamiento que mezcla medicamentos inhibidores de la bomba de protones, que reducen la producción de ácido en el estómago, y dos antibióticos que combaten la bacteria. Ambos científicos fueron premiados con el Nobel en 2005 por este descubrimiento. El caso también podría interpretarse como una demostración de que los hechos científicos no pueden ocultarse aún cuando se tenga un gran poder, precisamente lo opuesto a lo que afirman los conspiranoicos médicos.

diciembre 13, 2013

100% Agua

Los preparados homeopáticos carecen de principio activo, nunca han demostrado tener ninguna eficacia terapéutica y no se pueden considerar "medicamentos"... son


Ya una comisión del Ministerio de Sanidad determinó en 2011 que estos productos no tenían ningún valor terapéutico.

Sin embargo, según ha anunciado la Agencia Española del Medicamento, ahora se ha emitido una orden ministerial para regularizar la venta de las pócimas homeopáticas, legitimándolas así ante quienes tienen el riesgo de ser sus víctimas: las personas que no saben qué es la homeopatía, cómo se preparan los productos con los que comercian y, sobre todo, el contundente dato de que no hay estudios fidedignos y debidamente verificados independientemente que permitan decir que la homeopatía es eficaz para tratar, curar, paliar o controlar ninguna enfermedad.

Es decir, que no tiene mayor efectividad que un placebo. Es decir, que la capacidad natural del cuerpo de recuperarse y sentirse mejor cuando no está siendo tratado con medicina basada en evidencias.

El Círculo Escéptico ha decidido por ello emprender una campaña de concientización pública sobre la realidad de la homeopatía, además de que presentará alegaciones ante el Ministerio de Sanidad y ha enviado comunicados a los grupos parlamentarios con objeto de que evalúen con más claridad e información los riesgos que puede tener esta decisión.

No es posible que se permita que ningún producto afirme tener cualquier capacidad terapéutica, curativa o paliativa si no se somete a los mismos protocolos de estudio que la sociedad exige para los medicamentos genuinos. Eso implica estudios in vitro (en células aisladas en el laboratorio), in vivo (en animales de laboratorio) y con base en esos resultados realizar estudios clínicos en varias fases para determinar la eficacia del producto y, en su caso, cuál es la dosis ideal para cada persona según su edad, sexo, constitución física y otras afecciones.

Sin esos estudios, como ya están reclamando, médicos, estudiantes de medicina y otros grupos sociales preocupados por la legitimación de una visión mágica como si fuera medicina, los productos no pueden ni deben ser presentados al público como medicamentos orientados a mejorar las causas o síntomas de alguna afección.

Si quiere apoyar la campaña 100% Agua, hágalo firmando la petición que hemos abierto para hacerle saber al Ministerio de Sanidad su opinión.