junio 07, 2010

Caras, alcaldes, vendehumos y euros

Luis Alfonso Gámez comenta en su blog Magonia que el alcalde de Bélmez de la Moraleda ha decidido invertir casi un millón de euros (la mayor parte de ellos procedentes de fondos europeos) en la creación de un "Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez®".

Este "centro de interpretación" es un viejo sueño de los vendedores de humo que hace unos pocos años fue motivo de un gordo escándalo que acabó incluso ante los tribunales, con la humillación de los falsos cazafantasmas de la organización llamada "El SEIP", es decir, "El Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas", club de cazafantasmas encabezado eterna y democráticamente por un personaje curiosísimo, mitómano, megalomaniaco y altanero llamado Pedro Amorós Sogorb.

Hasta este millón de euros anunciado por el alcalde cuyo nombre, paradójicamente, es Pedro Justicia.

Mientras los diarios de Jaén se angustian por este redondo e impresionante millón de euros de dinero público que se dilapidarán de golpe y porrazo en este despropósito de lo sobrenatural, se olvida que hay otro presupuesto que puede importar, al paso del tiempo, varias veces este millón de euros en un goteo incesante, indetenible y cotidiano.

¿Cuánto se gastará al año el ayuntamiento en el mantenimiento de este esperpéntico museo? ¿Consumibles administrativos, vehículos, gasolina, jardinería, pintura, parquet? ¿Cuántos salarios anuales habrá que cascar para tener al personal necesario de mantenimiento, administrativo y, claro, a los "intérpretes" que se pueden enquistar allí hasta el fin de los tiempos, cobrando y engordando con una pícara sonrisa mientras "interpretan" nada con resultados idénticos a los de 39 años de onanismo paranormal cobrándole al público poco avisado? ¿Pedro Amorós será asesor del museo de la vergüenza? ¿Cuánto cobrará? ¿Qué tanto se espera ingresar al año con ese monumento a la sesohuequez como para que el ayuntamiento considere que el negocio vale la pena? ¿En cuánto tiempo se amortizará la inversión y habrá beneficios como para justificar este adefesio que insulta a la inteligencia más sencilla? ¿Y cómo se amortiza el efecto socialmente pernicioso que provoca la promoción de la superstición, la ignorancia, la estupidez y la arrogancia a cargo de embusteros profesionales dedicados a darse importancia mientras se la dan con queso a personajes sin media idea de la realidad y sus implicaciones, y a un público que siempre paga y nunca obtiene nada? ¿Cuánto cuesta este mal chiste en promoción de la tontería y la anticiencia en las mentes de los niños de Bélmez?

Al hacer las cuentas, pues, hay que calcular mucho más del millón de euros. Y ése es el negocio que al parecer se forjaba hace ya seis años. Tomemos el retrobús y volvamos en el tiempo.

El embuste de las caras y el nuevo embuste de las caras

Abreviando la historia, que puede ampliar en las entradas de este blog sobre Pedro Amorós y en las que se dedicaron especialmente al caso de las caras, el lío inmobiliario y la inolvidable "demanda a la pimienta verde", el cuento de las caras pintadas en una casa de Bélmez de la Moraleda que había alborotado el gallinero paranormal en los estertores finales de la dictadura franquista, había sido seguido casi solamente por el curoso grupo "SEIP" y su mandamás, que se enquistaron de varias formas en el pequeño pueblo económicamente deprimido de la Sierra Mágina. La gente iba, miraba las caras pintadas en el suelo y le dejaba a los dueños de la casa "la voluntad", misma que los mantuvo bastante bien desde 1971 a la muerte de la dueña de la casa, María Gómez Cámara en 2004.

El negocio de las "Caras de Bélmez®" (marca registrada, sí, desde 2005, a nombre de Carmen Gómez Hervas, hija de María Gómez Cámara) no era una megaempresa como otras, pero algún beneficio deja al económicamente muy deprimido pueblo de Jaén, así sea por los cafés y bocatas que se toman los ingenuos que van a ver las cada vez más desvaídas y despintadas caras en el suelo. El mismo mes de febrero de la muerte de María Gómez Cámara, la por entonces alcaldesa de Bélmez anunció la creación de un museo y "centro de interpretación" del no-misterio de las caras. Al parecer, el cuento del museo fue una brillante idea del SEIP, que lograría así sacar unos dineros y adquirir cierta respetabilidad administrando todo un "museo" fantasmal.

La alcaldesa propuso comprar la pequeña casa de las supuestas "teleplastias", que es como los teleplastas bautizaron a las caras pintadas en el suelo, afirmando (sin probarlo nunca) que tenían un origen paranormal y uyuyuyante. La familia de María Gómez decidió que los pelotazos inmobiliarios no eran patrimonio de los millonarios de la plutocracia ibérica y le puso a la ruinosa vivienda una etiqueta de precio de un millón de euros, un tremendo despropósito... y la avaricia rompió el saco.

La angustiada alcaldesa, sin embargo, fue visitada misteriosamente por la diosa fortuna y los industriosos muchachos del SEIP, armados de las cacerolas, coladores y apagadores de luz infrarrojos a los que denominan "equipo altamente tecnológico para el estudio de los más acojonantes fenómenos paranormales, comunicarse con el más allá e impresionar ingenuos" hicieron el maravilloso descubrimiento de que también estaban apareciendo mágicamente (y con una oportunidad desconcertante) "caras" en la casa donde había nacido María Gómez. Casa, por supuesto, económicamente mucho más asequible para el ayuntamiento.

Los vecinos vieron las posibilidades del tema y a los pocos días ya había quince casas con "misteriosísimas, ultratúmbicas, preternaturalosas y horripichantas caras del más allá y todavía más allá del más allá" compitiendo por los euros de la muy despistada por entonces alcaldesa.

El SEIP, viendo que el tema se le fugaba, descartó a galope tendido todas las casas sin siquiera "himbestigarlas", salvo la que descubrieron ellos y cuya compra empezó a tramitar el paranormal ayuntamiento.

Luego un parapsicólogo llamado Francisco Máñez desveló que él le había enseñado a Amorós un curiosísimo sistema para hacer "teleplastias" pintándolas con aceite que se impregnaba en el hormigón y quedaba marcado a largo plazo, y señaló el asombroso parecido entre sus "falsas teleplastias falsas" y las "falsas teleplastias verdaderas" de la "nueva casa de las caras". Amorós se enfureció.

Pedro Amorós es un sujeto que gusta de atribuirse títulos universitarios de los que carece y una importancia de la cual también carece, como lo demostró este humilde pero industrioso blog al desvelar que sus "asesorías" a la CNN y a la BBC, así como su calidad de "miembro" del SETI (organización que en sus delirios le prestaba equipo para buscar alienígenas) eran mentiras tan gordas como las propias caras de Bélmez, o un euro con la cara de Carmen Porter. Ante eso, Amorós me amenazó con demandarme, pero se lo pensó mejor cuando vio el enorme júbilo que me provocó su amenaza y prefirió seguir en su delirio de grabar supuestas psicofonías, dar cursos ilegales de licenciaturas en chifladurías paranormaloides varias y ver qué sacaba de Bélmez de la Moraleda, obsesión que no lo ha abandonado.

El asunto llegó a los medios de la mano del periodista de El Mundo Javier Cavanilles, que en una serie de artículos contó la historia para desternillamiento colectivo de casi todo el mundo. Hubo algo como una tertulia en TeleCinco, debidamente manipulada, donde la entonces alcaldesa de Bélmez se ocupó de ponerse en ridículo del lado de Pedro Amorós. La cadena se puso firmemente del lado de los presuntos pintacaras ofreciendo como propio un vídeo promocional del SEIP en su prestigiado programa de periodismo de fondo (jojó) TNT.

Al final, y ante las sucesivas revelaciones de sus cuentos, mentiras, delirios y el tufillo a negociazo del tema, Pedro Amorós y el pleno del ayuntamiento decidieron demandar a Javier Cavanilles, al periódico El Mundo y a Pedro J. Ramírez, director del medio. Alguien logró llegar a la dura mollera de los ediles de Bélmez y les explicó que estaban metiendo la pata hasta las orejas, y el ayuntamiento decidió que demandará a Cavanilles, sí, pero no esta semana, quizás para 2024 tengan ya un proyecto. Amorós, por su parte, procedió a la demanda que se conoció como la "demanda a la pimienta verde" y procedió a perderla. Decidido a seguir tirando el dinero, apeló la sentencia, y procedió a perderla nuevamente. Un libro de Cavanilles y Máñez resumió el asunto y Pedro Amorós se dedicó a escribir libelos contra todo mundo y su tía, y contra la jueza encargada de sentenciar que la denuncia era una chorrada. La suerte es que la jueza Doña María Begoña Calvet y Miró, del Juzgado de Primera Instancia número tres de San Vicente del Raspeig, Alicante, o no leyó los sonoros rebuznos de Amorós o los leyó y condescendió pensando que se trata de un loquito patético, porque de otro modo le hubiera podido iniciar un serio procedimiento penal por haberla acusado abiertamente de prevaricar.

El circo era monumental, y el ayuntamiento de Bélmez optó por usar un bajo perfil los siguientes años, durante los cuales un análisis químico determinó que las nuevas caras estaban al parecer delineadas a lápiz, el SEIP tuvo que refundarse porque efectivamente no tenía existencia legal.

Sin embargo, el 29 de noviembre de 2004, en medio de todo este lío, este blog afirmaba:
Desde aquí, pues, ante todo, un mensaje tranquilizador a los habitantes de Bélmez de la Moraleda: no van a dejar de llegar los visitantes, de eso se encargará la tribu paranormalera. Se hará el "Centro de interpretación" y se consolidará la industria turística ocultista. No se preocupen, ni mucho menos crean que quienes criticamos la colosal desfachatez de los mendaces "investigadores paranormales" (en cuyas "investigaciones" el hilo negro está por descubrirse aún) y los desfiguros de sus líderes deseamos la ruina de su población. Yo, por lo menos, quisiera de todo corazón que en Bélmez de la Moraleda tuvieran empleos suficientes y perspectivas de futuro lo bastante amplias como para que no dependieran de una chapuza tan basta. Y, si de querer se trata, querría que en sus escuelas se les enseñara que, al menos hasta hoy, no existe ninguna prueba medianamente aceptable de que en su población ocurra ningún fenómeno "paranormal", y querría que hubiere líderes políticos ocupados de cosas más provechosas que reunirse con un grupo como la SEIP para organizar centros de promoción del pensamiento mágico.

Con esa capacidad que tenemos para atinar cuando se trata de embusteros profesionales (no porque seamos muy inteligentes, sino porque estos tipos son más predecibles que los eclipses de luna) ahora el nuevo alcalde retoma la idea del "centro de interpretación" y de nuevo se hace evidente que huele a pelotazo.

Las condiciones económicas de Bélmez son tristes, y este blog las señalaba ya en 2004, por lo que cualquier fuente de ingresos será bienvenida por los menos de dos mil habitantes del pueblo. Pero más ingresos habrá para los profesionales de la venta de humo, desde Íker Jiménez y el libro que firma, donde alteró fotos con su habitual uso del PhotoShop para inventarse teorías absurdas sobre el origen de las caras, hasta los miembros del SEIP que hacían excursiones cobradas para llevar ingenuos a verlas. Nada qué interpretar, salvo que las caras están mal pintadas (el artista era evidentemente un inepto) que no son ciertamente un "misterio" conocido en el mundo entero como gustan de proclamar algunos mientras se llevan un euro al bolsillo y que esto es una vergüenza y una picardía, pero venga la pasta.

¿Quién estará a cargo del "Centro de Interpretación" excelentísimo señor alcalde don Pedro Justicia? ¿Quién pondrá la "interpretación" del falso misterio más cutre de la historia de la parapsicología española? ¿De quién serán las "psicofonías" que se incluirán en una salita especial soñada por su excelencia en el segundo piso, en lo que, para mayor desgracia y ofensa, era un colegio y ahora será un centro antiideas, antiinteligencia y anticonocimiento?

Si es el SEIP, pese a todo el escándalo de 2004-2008, el pelotazo se habrá consumado.