febrero 23, 2010

Parlamento Británico: La homeopatía no sirve

Ayer, lunes 22 de febrero, el presidente del Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento Británico, Phil Willis, afirmó, como conclusión de una larga investigación del grupo que preside acerca de la homeopatía, que el gobierno británico debe dejar de financiar los remedios y consultas homeopáticos con dinero público porque la evidencia demuestra que la homeopatía no es eficaz, es decir, no funciona mejor que un placebo.

Cosa que usted ya sabía, seguramente.

Además, el comunicado del comité señaló: "Creer que la existencia de una comunidad que considera que la homeopatía funciona es 'evidencia' suficiente para seguir gastando dinero público en ello, sienta un precedente desafortunado para el departamento de Salud".

Continuó: "Las explicaciones de por qué la homeopatía podría funcionar son científicamente inverosímiles".

Y finalmente dio el golpe de gracia ante el frecuente argumento (bastante desprovisto de toda lógica) según el cual, si el placebo tiene alguna eficacia, debe seguirse vendiendo como medicina: "Más allá de cuestiones éticas y de la integridad de la relación médico-paciente, recetar sólo placebos es practicar mala medicina", dijo el panel.

En resumen, dijo el parlamentario Phil Willis, “Estábamos tratando de determinar si las políticas del gobierno respecto de la homeopatía están basadas en la evidencia existente. No lo están”.

El escándalo comenzó cuando el señor Paul Bennet, director de estándares profesionales de Boots, la mayor cadena farmacéutica de la Gran Bretaña, declaró en noviembre, hablando de los productos homeopáticos que vende su empresa: "Ciertamente hay una demanda de los consumidores por estos productos. Yo no tengo evidencia que sugiera que son eficaces. Para nosotros es cuestión de elección del consumidor y una gran cantidad de nuestros clientes creen que son eficaces".

La mayor cadena farmacéutica de la Gran Bretaña admitía así que no tenía evidencias de que la homeopatía funcionara, simplemente la vendía por motivos económicos y por las creencias de sus "consumidores" convertidos en víctimas de una estafa a gran escala. A eso le llama "estándares profesionales".

El mismo argumento se podría usar para vender polvo de momia, pócimas vudú, estampitas de San Cristóbal, cartas de tarot o tablas Ouija®. Por supuesto, los "consumidores" sospecharían de una farmacia que vendiera tales productos, pero durante años esos "consumidores" han sido engañados para que no dispongan de los datos que demuestran que la homeopatía es tan "eficaz" como el polvo de momia, las pócimas vudú, las estampitas de San Cristóbal, cartas de tarot o tablas Ouija®.

Para las farmacias, el asunto ha sido de beneficios económicos antes de una atención profesional al paciente, basada en las mejores evidencias que existan a cada momento. El problema es que hasta la admisión de Bennet, nunca lo habían confesado.

Lo importante es que la admisión de Bennet no fue hecha en un pub con alta concentración de alcohol en sangre a las cuatro de la madrugada, como se han dado confesiones de otros charlatanes (recuerdo a uno de los máximos ufólogos españoles soplado como una gaita en México, confesándole al redactor de una revista de ovnis de allá lo mucho que se reía de cómo sus lectores se tragaban cualquier filfa que se le ocurriera).

No, Paul Bennet como se ve en este vídeo, atención al minuto 2:01 cuando hace su atroz confesión testificando ante el Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento Británico, en audiencias abiertas como las que sería maravilloso tener en otros países.

Esto puede ser un duro golpe para uno de los grandes proponentes y negociantes de la pseudomedicina en Inglaterra, el Príncipe Carlos, que además de ser un creyente que usa todo su poder para promover la pseudociencia, se beneficia de ella a través de su empresa Duchy Originals, que entre otras cosas ofrece falsos productos "desintoxicantes" (de esas toxinas de las que tanto nos hablan sin decirnos cuáles son, porque no existen).

Como ya lo hemos comentado en este blog, se trata de dos problemas distintos. Si la homeopatía demostrara que cura, importaría poco que sus bases teóricas fueran a contracorriente de la ciencia, la física, la química, la biología, la fisiología y el cálculo infinitesimal. Si sirve, si el fenómeno existe, es obligación de las disciplinas científicas asumirlo y encontrarle una explicación, así se tenga que reescribir parte de nuestra concepción científica del universo. La ciencia no es dogmática, por eso avanza, tiene mecanismos de autocorrección que le permiten descubrir y resolver las equivocaciones y errores (y fraudes) humanos presentes en todas las disciplinas y actividades, no le tiene miedo a nuevas ideas, al contrario, prospera en y con las nuevas ideas, y no es exclusiva de un grupo, sino patrimonio colectivo de toda la humanidad.

Sin embargo, hasta donde llegan nuestros conocimientos del universo como especie, la homeopatía no podría funcionar porque implica la transmisión mágica del "poder curativo" de una sustancia a otra sin que esté presente la primera (el supuesto principio activo), porque viola el evidente principio de que el efecto aumenta con la cantidad de la causa (y no mágicamente al revés, como aseguran los homeópatas) y porque lo similar, hasta ahora, no se ha demostrado que cure lo similar. Dicho de otro modo, los antibióticos acaban demostrablemente con las infecciones, los preparados homeopáticos no han demostrado más eficacia que la del efecto placebo.

Así que la homeopatía ni funciona, ni puede funcionar. Y el que la gente crea que funciona es una ilusión alimentada intensamente por intereses económicos y políticos que, curiosamente, suelen disfrazarse de luchadores contra los otros intereses económicos de las farmacéuticas, poderosas empresas que, cuando menos, están sujetas en todo el mundo a reglas, exigencias, normas y supervisión, y contra el establishment político, que también se las trae. Todo para que pseudomedicinas como la homeopatía sigan medrando sin control y de preferencia mamando de la ubre gubernamental mientras los gobiernos suelen mirar para otro lado con objeto de no molestar a los electores que creen en tal o cual superstición curanderística.

Será útil para captar votos. Pero es una irresponsabilidad por parte de los cargos electos.

Por ello mismo, se ha presentado ante el Comité de Sanidad del Congreso de los Diputados una carta argumentando contra nuevas leyes más flexibles para dar a la homeopatía el rango de medicina o ciencia que no tiene, y evitar que ante el logro de la razón y la ciencia en el Parlamento Británico España no responda con un ridículo que consagraría la superstición, la charlatanería y el engaño al público como políticas de gobierno.

febrero 06, 2010

El cuento de la carta del Jefe Seattle

La falsa carta, como se reproduce en un sitio presuntamente educativo y
con la infaltable foto de un jefe indio que nada tiene que ver con Si'ahl, en
este caso el Jefe Joseph de la tribu de los Nez Perce o, en su lengua, Niimíipu.
Actualización 7 de febrero, 22:45: Esta entrada está disponible ahora en gallego gracias al blog O demo me leve que se ha ocupado en traducirla como A (falsa) Carta do Chefe Índio Seattle. Gracias.
Actualización 6 de febrero, 12:00: Cómo se promueve la falsa carta. Excesos líricos y trances místicos no aptos para diabéticos procedentes de los arrabales del mea culpa desencaminado:
... se percibe el gran amor y el respeto por la Naturaleza , y la sabiduría de la cultura de los nativos americanos y de un gran alma Realizado , el Jefe Seattle de la nación Suwamish. (Meditación Sahaja Yoga Barcelona)
... refleja todo el respeto y el cariño del pueblo indio hacia su tierra, que es nuestra tierra. Biblioteca pública municipal de Teverga)
El mundo no entiende de valores artificiales, el mundo es libre. Pensamiento indio en la mente y en la mano, no en la sangre. Manuel Alejandro; joven aprendiz de escritor y foto de jefe sioux) (Ya la borró.)
....aprender de nuestros hermanos aborígenes el amor y el respeto a nuestra tierra, que en realidad es amor a nosotros mismos, ya que todos somos uno. (Mágica energía violeta)
... ha sido considerada, a través del tiempo, como uno de los más bellos y profundos pronunciamientos hechos sobre la defensa del medio ambiente. (El observador)
... un hito en nuestro nacimiento como el continente que somos hoy, la transición y la evidencia de la profunda sabiduría del ser humano que vivía en estas tierras por cientos de años. (Veoverde, con foto de jefe sioux)
Y así... 
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Elemento fundamental de la decoración de interiores de los ecomisántropos, a los que alguien con deliciosa mala baba llama los "fundambientalistas", las tiendas de herbolaria y otros espacios más o menos religiosos es un cartel con la "Carta del Jefe Seattle". Esos carteles, en España, generalmente se pueden adquirir en mercadillos ambulantes, en puestos regenteados por astutos indígenas ecuatorianos, bolivianos y peruanos que, sabiendo que su cultura no tiene tanto gancho entre las clases medias "ecológicamente concienciadas", se disfrazan de sioux, apaches, piesnegros, algonquinos, dakotas, hopi, iroqueses o cualquier otra de las más de 50 "naciones" de indígenas norteamericanos para escalpar a sus ingenuos clientes, aprovechando su difusa conciencia de culpabilidad.

Las páginas Web del autoproclamado "movimiento ecologista" suelen albergar una copia de este venerado texto. Puede verla en Veoverde, en la página del Colectivo Ecologista Guelaya de Melilla, en la página de los amables muchachos de Terrorismo ambiental (¡tira palante!) que en un rapto de sinceridad llama al documento "uno de los más preciados por los ecologistas", lo cual se confirma con la aparición de la carta en Ecopolítica, en el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales y en enemil sitios más de newage, misantropía, autoflagelación y pseudoecología (1).

Supongo que para este momento, ante tantos enlaces, ya leyó usted la "Carta del Jefe Seattle". Como es evidente, resultaría asombroso que un habitante de principios del siglo XIX manejara los conceptos de ecología que expresa la carta. La extinción de las especies por acción humana no era conocida entonces, y ni siquiera había ocurrido la trágica mengua del bisonte americano que disparó la conciencia conservacionista a fines del siglo XIX.

Si esto parece desusado se debe, sencillamente, a que esta carta NO la escribió el jefe Seattle, que da su nombre a la conocida ciudad del estado de Washington.

La historia del Jefe Seattle
Única foto existente del jefe Si'ahl
Si'ahl (2), a quien los blancos que colonizaron los Estados Unidos llamaron "Seattle", era un indio duwamish nacido alrededor de 1780 y muerto el 7 de junio de 1866, que fue jefe de su tribu y de los squamish. Su leyenda como guerrero y líder se forja en guerras no contra los blancos, sino contra otras tribus indias, como los chemakum y los s'klallam. (El cartel habitual no muestra ésta que ve usted a la izquierda, la única imagen existente de Si'ahl, tomada un año antes de su muerte, sino una idealización ignorante que lo representa con un penacho de guerra propio de los sioux lakota, e impropio de un pacifista como el que nos pintan. En alguna ocasión parece que simplemente usaron una foto del jefe lakota Nube Roja... total, todos los indios son iguales, ¿no?)

Si'ahl, hombre de su tiempo y de su pueblo, es decir, representante de su cultura y no de la de los occidentales pseudoecologistas, poseía esclavos producto de sus victorias en la guerra, y tomó varias esposas, como correspondía a un jefe. Nada de esto es criticable, pues era lo normal en su mundo, y juzgarlo con las normas del nuestro es, cuando menos, jugar sucio.

Como lo es desvirtuarlo para ajustarlo a las ideas propias.

Hacia 1850, Si'ahl perdió influencia ante el fortalecimiento de Patkanim, jefe de las tribus snoqualmoo y snohomish, que logró echar a Si'ahl y a su gente de sus tradicionales espacios de recogida de almejas, que era su principal actividad (aquí se sorprenderá más de uno que cree que las más de 50 tribus de indígenas norteamericanos eran cazadores de bisontes, esos animales que sólo existían en las grandes llanuras, una franja que recorre los EE.UU. en el centro, desde México hasta buena parte de Canadá). Dado que nunca salió de la Sonda de Puget, probablemente Si'ahl no vio un bisonte en su vida, era jefe de una tribu de mariscadores situados en el extremo norte de la costa Oeste de los Estados Unidos, de modo que la frase de la supuesta carta "He visto mil búfalos pudriéndose en la pradera" es literalmente imposible. (Ya en esto, la continuación "dejados por el Hombre Blanco que les había matado desde un tren que pasaba" tampoco cuela: el tren llegó a Seattle 14 años después de la muerte del jefe.) El caso es que, expulsado de sus tierras, Si'ahl conoció a David Swinson "Doc" Maynard, médico y pionero que llegó al la zona como empresario maderero, y en 1852 construyó allí su cabaña de madera fundando, de hecho, la ciudad de Seattle.

El indio y el blanco hicieron buenas migas. Maynard, que creía en la defensa de los derechos de los indios (sin que interfiriera con los negocios, pero de todos modos en su época se le veía como un tipo "raro" por preocuparse por los nativos) convenció a los colonos de la zona de que cambiaran el nombre de su asentamiento a "Seattle" a cambio de un pago anual para el jefe compensándole así las molestias que le causaría a su espíritu, según las creencias de su cultura, el que se pronunciara su nombre después de muerto. Maynard también ayudó a negociar la paz con Patkanim. Como resultado, ambos jefes se mantuvieron al margen de la Batalla de Seattle, del 26 de junio de 1856, cuando varias tribus atacaron a los blancos.

Esta historia, de nuevo, ni es rara en el marco de las conquistas en América ni representa traición alguna. Los indios norteamericanos no se veían como una unidad, sino que vivían en permanente lucha con otras tribus, y para un jefe lo importante era que su gente estuviera bien, y que a las otras tribus les dieran con un palo no era forzosamente asunto suyo salvo cuando formaban federaciones, muchas veces como mecanismo de defensa contra los voraces colonos y su maquinaria militar. Por ello mismo, cuando se les asignó una reservación india, Si'ahl se negó a llevar a su gente porque su principal preocupación era que si los duwamish se mezclaban con los sonomish, habría derramamiento de sangre.

El discurso de Si'ahl/Seattle
El jefe de los duwamish era conocido no sólo por ser deusadamente alto (se habla de 1,80 metros y de que los colonos lo apodaban "El Grande"), sino por ser un excelente orador.

En una fecha no determinada, pero que se cree fue el 11 de marzo de 1854, el gobernador Isaac Ingalls Stevens convocó a una reunión para debatir la rendición o venta de la tierra de los indios a los colonos blancos. Después de que Stevens explicara su misión, habló Si’ahl. Se dice que puso la mano sobre la cabeza del mucho más pequeño gobernador y habló con gran dignidad durante largo rato.

Nadie sabe exactamente qué dijo.

Si'ahl habló en el idioma lushootseed, alguien tradujo de ese idioma a la jerga chinook, una lingua franca del oeste de Estados Unidos formada por diversas lenguas amerindias, inglés y francés, y alguien más tradujo al inglés para que Stevens se enterara de lo que había dicho Si'ahl.

Henry A. Smith en 1890
Salto al 29 de octubre de 1887. El ya anciano doctor Henry A. Smith, médico, poeta, legislador y colono, que compartía la simpatía de Maynard por los indios, y que aseguraba haber estado presente durante el discurso de Si'ahl, publicaba en el Seattle Sunday Star una pieza titulada Scraps from a diary (Retazos de un diario) que, dijo, se basaba en las notas que tomó del discurso del jefe Seattle y, afirmó, era sólo un fragmento del discurso. En él, el jefe Si'ahl agradecía a los blancos su generosidad, exigía que cualquier tratado garantizara el acceso de los indios a sus antiguos cementerios y hacía un contraste entre el dios de los blancos y sus dioses.


La versión completa de lo que Henry Smith dice que anotó resumidamente  de lo que dijo el traductor al inglés que dijo del traductor al chinook que dijo Si'ahl se puede leer aquí. Cierto que Smith decía hablar duwamish, pero es de dudarse pues cuando Si'ahl hizo su alocución, apenas llevaba un año en la zona, donde llegó procedente de Ohio.

Lo escrito por Smith no es, pues, de confianza, aunque pueda realmente capturar parte del sentimiento y discurso de Si'ahl. Esta duda se sustenta además en el hecho de que nadie viera nunca las notas o diario de Smith, y que éste era un admirador rendido de Si'ahl (lo describió diciendo: ""El viejo Jefe Seattle fue el indio más grande que jamás haya visto y, por lejos, el de aspecto más noble . . . Cuando se erguía para hablar en el Consejo o para dar recomendaciones, todos los ojos se volvían hacia él, y de sus labios surgían sonoras y elocuentes sentencias pronunciadas con voz de tonos profundos . . . Su magnífica estampa era tan noble como la de los más cultivados jefes militares en comando de las fuerzas de un continente.") y por tanto propenso a adornar la historia, sobre todo tres décadas después, para engrandecer la figura de un personaje admirado.

Nunca sabremos qué tan fiel fue Smith a Si'ahl.

Lo que sí sabemos es que lo que escribió Smith y se reprodujo en varias ocasiones en los años siguientes, a fines del siglo XIX y principios del XX, no es lo que nos ofrece la sensiblería ñoña y barata del pseudoecologismo, el rollo new age y el odio a la civilización... contado mediante Internet. La paradoja no deja de ser notable.

Ted Perry en foto actual del
Middlebury College, donde
es profesor de arte, cine
y cultura de los medios.
La carta... de Ted Perry
Nuevo salto en el tiempo. Estamos a 22 de abril de 1970 y el joven profesor de cine de la Universidad de Texas en Austin, Ted Perry, asiste a la primera celebración del "Día de la tierra" en el campus. Eran los albores del ecologismo y la conciencia planetaria, y el académico clásico William Arrowsmith lee ante el público una versión del discurso escrito por Smith actualizada por él para adaptarla al estilo combativo y las preocupaciones de loa década de los 60. La pieza impacta a los presentes.

Poco después, Ted Perry, como guionista de la Southern Baptist Radio and Television Commission, Comisión de Radio y Televisión Bautista del Sur, una empresa de la Convención Bautista del Sur, la mayor iglesia protestante de los Estados Unidos, se enfrenta al reto de escribir una película sobre la contaminación y la ecología, llamada Home (Hogar). Le pide permiso a Arrowsmith de usar su pieza como base de su guión y procede a escribir lo que hoy conocemos como "La carta del jefe Seattle".

Evidentemente, Ted Perry es un guionista, no un historiador, y por legítima licencia dramática se despeña en anacronismos, en imposibilidades y en exageraciones lacrimógenas, además de emplear el lenguaje del ecologismo de entonces que no es imaginable en nadie en 1854. Pero no lo hace con objeto de engañar a nadie: está escribiendo una pieza de ficción, que nunca se pensó para presentarse como realidad, sino como pretexto para hablar de hechos reales desde una perspectiva creativa. Vamos, Ted Perry escribió también dos episodios de los Gummy Bears para Disney sin pretender convencer a nadie de que realmente los ositos de gominola pueden vivir apasionantes aventuras. Y un episodio de "Los seis biónicos". Es ficción para llamar la atención sobre un problema, no es la realidad.

En el guión de Perry, la carta se recita sobre un montaje de bosques y playas prístinos e impolutos entremezclados con feas imágenes de contaminación. Y allí sí jugaban un papel los "alambres parlantes" del teléfono que Si'ahl no pudo conocer pues se inventó después de su muerte. Como dijo el propio Perry, "No comprobé la exactitud histórica de lo que escribí". Pocos guionistas lo hacen. Lo que se planteó Perry fue trasladar al jefe Seattle al mundo moderno e imaginarse lo que diría, punto. Que era ficticio quedaba claro al final de la película, con el crédito "Escrito por Ted Perry".

Pero los productores decidieron poner "Investigado por Ted Perry", dando visos de realidad a la ficción de un escritor.

Lo que sí ha hecho Perry, actualmente profesor de cine en la universidad Middlebury es tratar de que los entusiastas del fraudazo del jefe Seattle se enteren de que están siendo engañados, que las palabras de preocupación ecológica y de destrucción del medio ambiente no proceden de un indio (que en el guión de Perry se autonombra "salvaje", cuando ciertamente no lo era), sino de un guionista occidental preocupado por el medio ambiente. La ecología y el conservacionismo como los conocemos hoy son, finalmente, un producto de la ciencia y el pensamiento ilustrado.

En 1992, la ya robusta y poderosa organización Día de la Tierra, EE.UU. (Earth Day, USA) envió por correo la espuria carta a 6500 líderes religiosos. El autoproclamado dandy de la ecología, Al Gore, citó la carta en su libro Earth in the balance.

La mentira, consolidada, sigue. Curiosamente, el descubridor del cuento fue un historiador alemán especializado en los indígenas norteamericanos, Rudolph Kaiser, que identificó a Perry y publicó su investigación en los años 90.

Hoy, afortunadamente, si buscamos en Google "chief seattle letter", encontraremos que la mayoría de los enlaces que aparecen primero mencionan el fraude, destacan la verdadera personalidad del líder duwamish y referencian a Ted Perry.

Desafortunadamente, si buscamos "carta del jefe seattle", en español, no aparece ninguna visión crítica y casi nada de información sobre el fraude, sólo la repetición incesante de las palabras escritas por Ted Perry. No las palabras de un "buen salvaje" ecologista apto para arrullar las conciencias clasemedieras occidentales, sino las palabras de un joven guionista blanco "verde".

Pero el fraude no fue culpa del jefe Seattle, de Henry Smith ni de Ted Perry. Todos ellos han sido honestos con su visión y su realidad interna y externa. El fraude ha sido de quienes, conociendo los hechos durante los últimos 20 años, han seguido presentando la "carta del jefe Seattle" como una demostración de los dogmas de su peculiar religión y política.

Y al conocer la vida y las palabras reales de Si'ahl, tenemos como siempre mejores motivos para respetar al personaje, al líder, al estadista responsable de su pueblo, que cuando se nos alimenta un indio de azúcar, deshumanizado y creado a imagen y semejanza de los delirios de los blancos occidentales.

O, en palabras de Ted Perry: “¿Por qué estamos tan dispuestos a aceptar un texto como éste si se le atribuye a un nativo americano? Es otro caso de colocar a los nativos americanos en un pedestal y no responsabilizarnos de nuestras propias acciones.”
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(1) Es "pseudoecología" porque no tiene mucho que ver con la ecología, rama de la biología que, leemos en la Wikipedia, "estudia a los seres vivos, su ambiente, la distribución y abundancia, cómo esas propiedades son afectadas por la interacción entre los organismos y su ambiente". La mayoría de los activistas pseudoecológicos no podrían distinguir un blastómero de un acorazado, menos aún les interesa lo que la ciencia pueda decir sobre esos temas, sino que se ocupan, dicen y creen, de "defender el ambiente" y de paso atacar a la humanidad, lamentar todas sus actividades, evitar la extinción de animales bonitos como el panda (los animales feos tienen menos cartel) y soñar con un pasado ideal que nunca existió, una especie de utopía pastoral como las que imaginó la novela pastoril, pletórica de buenos salvajes dotados de una conciencia ecológica profundísima y totalmente intuitiva... Algo así como Avatar, que a ello debe parte de su éxito. Los verdaderos ecologistas trabajan de otro modo, y se basan en conocimientos científicos sólidos antes que en emociones baratas y moralina religiosoide.

(2) Usamos la forma "Si'ahl" en lugar de las otras muchas propuestas, como Seathl, Seahl, etc., porque es la que usa la tribu duwamish para hablar de su noble ancestro. Curiosamente, en la página dedicada a él, la tribu no hace mención de discurso o carta alguna, y la biografía referenciada allí, un documento de 20 páginas compilado por el tesorero de la junta directiva de los Servicios Tribales Duwamish, se arrojan razonables dudas sobre la versión de Henry Smith, pero la "Carta" popular entre los ecologistas ni siquiera se menciona.

febrero 04, 2010

El misterio de las caras de Bélmez®, desvelado

Nos informa Jesús Calvo que esta mañana, en el programa "Las mañanas de Cuatro" de la cadena esotérica Cuatro, la conductora Concha García Campoy, contagiada por el espíritu de periodismo objetivo y honesto de Íker Jiménez y Carmen Porter ha mostrado una viva preocupación porque la casa de las "Caras de Bélmez®" (marca registrada, sí, desde 2005, a nombre de Carmen Gómez Hervas) corre riesgo de derrumbe debido a las lluvias... y al poco mantenimiento que la familia de María Gómez, la iniciadora del cuento, ha dado a su gallinita de los huevos de oro, supone uno.

La preocupación que al parecer ha expresado la presentadora televisual es que se podría "perder" algo que llama "uno de los mayores misterios de España" o descripción similar.

Eso sería terrible.

Si fuera cierto.

Pero deseamos tranquilizar a Concha García Campoy, porque evidentemente su cultura y su equipo de investigación periodística, if any, no han podido dar con las literalmente docenas de sitios Web donde se cuentan las historias de egocentrismo, dinero en cantidades nada despreciables y trolería colosal que han rodeado a la historia de las "Caras de Bélmez®". Primero que nada, sería útil que conocieran una herramienta llamada Google.

No por llevar agua a nuestro molino, pero Concha y su equipo de himbestigación investigación periodística, de haberlo, podrían haber resuelto su atenazadora duda visitando nuestra minisalita de exposiciones "Bélmez, caras duras y otras complicidades" que recorre la historia de este cuento y su hijo mortinato, las "nuevas caras de Bélmez" que se inventaron al parecer para un pelotazo inmobiliario y que acabó en los tribunales, en la famosa "Demanda a la pimienta verde" con la que Pedro Amorós, sátrapa del club llamado "SEIP" que ha tenido la exclusividad en el "estudio" de las caras de Bélmez dotados de coladores, cacerolas y piezas de Tupperware verdes, se puso en un ridículo verdaderamente homérico al enfrentarse al periodista Javier Cavanilles.

Claro que este blog full-contact no es la única fuente sobre el tema. Abundan, afortunadamente, porque la razón avanza paso a pasito en el mundo de fantasmas, brujería y misterios que parece rodear a todo el que se adentra en la cadena Cuatro.

Pero doña Concha y sus muchachos (parece título de película megacutre de los años 40) podrían haberse pasado por la tremendamente larga entrada "No espere a mañana para empezar a pensar" de éste, su blog amigo, para evitarse el rato de angustia que están padeciendo por la posible pérdida de un misterio tan acojonante.

Como no lo han hecho, y buscando devolverles una frecuencia cardiaca sana, cortar el flujo de indignada adrenalina por sus venas y disminuir su tensión arterial a niveles de bajo riesgo, a más de ayudarles a conocer los entresijos del periodismo como información y no como sensacionalismo vendedor de publicidad, presentamos de nuevo lo que en esa entrada se decía para desvelar de una vez por todas el misterio y dejar que, en su caso, la casa por la que se pedían 100 millones de pesetas hace algunos años (eso son "caras") deje de ser piedra de toque de la tontería y la superstición profundas.

Doña Concha, es muy fácil: Vea desapasionadamente una de las Caras de Bélmez® que se ha ido deteriorando al paso del tiempo como cualquier objeto no sobrenatural. ¿Es una cara? ¡NO! Véala bien. No es una cara. No es como una fotografía. No es una representación fiel como un retrato de un pintor medianón. No tiene ni la calidad de los retratos que nos pueden hacer al carboncillo en Las Ramblas de Barcelona por unos pocos euros. ¡Es un patético dibujo malhechote e infantil de una cara! Nada más.

Desvelado el misterio, ya pueden usted y su cadena de televisión dedicarse a verdaderos misterios más relevantes, como el del Yak 42 o el de Gürtel, por decir algo.

De nada.