octubre 25, 2009

El embustero Von Däniken, convertido en Premio Nobel por la Ser

La Cadena Ser, valedora durante años del negocio inmoral de Íker JIménez, acaba de nombrar "Premio Nobel de Litaratura de 1991" a Erich Von Däniken, el hotelero suizo cuyos libros racistas atribuyendo a los extraterrestres todos los logros de las culturas no europeas se hicieron famosos gracias a la promoción de vendedores de motos como el propio Jiménez, Javier Sierra y otros.


Bueno, en realidad, lo nombró primero "Premio Novel", y de inmediato dos lectores de este blog, que también trabajan en domingo, me enviaron la noticia. Gracias a Alberto Sebastián y Manuel Acosta, obtuvimos la siguiente captura de pantalla a las 12:47:




La nota tiene todos los elementos preocupantes del periodismo anticientífico. Más allá de la patada a la ortografía con el "Pemio Novel", tenemos mal escrito el nombre del fracasado Disneyworld del embuste que hizo Von Däniken, Mystery Park, que cerró en noviembre de 2006 por falta de visitantes y ha sido reabierto provisionalmente hasta noviembre de este año. Un periodista capaz de llegar a Wikipedia (y más dos, que este pedazo de nota lo firman dos personas) sabría al menos que no es de enorgullecerse haber creado un parque de mentiras convenientes y racistas que el miembro de la Academia Suiza de las Ciencias Técnicas Antoine Wasserfallen llamó, con precisión de escalpelo, "un Chernobyl cultural".


Para la 1:40 de la tarde, Cadena Ser había rectificado... no en la tontería de darle un inexistente "Nobel de Literatura de 1991" a Von Däniken (de paso despojando de él a la sudafricana Nadine Gordimer), sino en la ortografía del premio, que pasó de "Novel" a "Nobel" pese a que los comentarios de los vistiantes dejaban claro que lo que se le había dado al astuto exconvicto suizo era un premio "Ig Nobel" y no un Nobel.





El Ig Nobel en 1991, primer año que se otorgó, era mucho más feroz que en la actualidad. Además de "premiar" a Von Däniken, ese año fueron "galardonados", en química, Jacques Benveniste, el médico que hizo la fraudulenta demostración de la "memoria del agua" que fue debidamente desenmascarada (lo que no quita que todos los charlatanes sigan hablando de tal memoria como si fuera cierta); en educación, Dan Quayle, el trastabilleante y bobalicón vicepresidente de George Bush padre por demostrar con sus declaraciones absurdas la necesidad de una educación científica como la que no tienen los autores de esta nota; en economía, MIchael Milliken, el estafador de Wall Street (el Madoff de los 90) y en paz ni más ni menos que Edward Teller, padre de la bomba de hidrógeno y promotor de la "Guerra de las galaxias" de Reagan.


Para las 15:44, ya se había hecho otra corrección parcial al adefesio, pero sin poner en duda en ningún momento las afirmaciones delirantes de Von Däniken ni la desvergüenza de sus promotores Jiménez, Sierra y Álvarez, ni el absurdo o el nombre de su parque de chaladuras cobradas:





Los responsables de esta atroz metedura de pata pueden ser Fermín Agustí y Carlos Largo, como periodistas poco prolijos, pero quizá lo sean los encargados que ordenaron esta nota para promover el inmundo negocio jimenezero y las preocupaciones comerciales de Cadena Ser. Sea quien sea, lo dramático es lo poco relevante quse considera que el conocimiento y las consecuencias de la falsedad en estos temas, ya sea por incuria, falta de respeto al lector, motivos económicos o voluntad de engañar.


Este mismo desaseo periodístico jamás sería permitido en otras secciones informativas como la de sucesos, política, actualidad internacional o deportes. Pero en cuanto se trata de charlatanería, fraudes paranormales, timos convenientes y cosas de ésas que parecen ciencia, toda ética y todo deber informativo veraz siguen sin aparecer por ningún lado, como si no importara que la gente estuviera desinformada en este terreno, como si aquí no valiera el derecho del público a tener información veraz, contrastada y honesta.

octubre 19, 2009

El bien sin dioses

La Coalición de la Razón (Coalition of Reason) de Nueva York iniciará en estos días una campaña en las estaciones del Metro de Manhattan con el lema: "Un millón de neoyorkinos son buenos sin Dios. ¿Lo eres tú?"

El lema no es gratuito. De una parte, es común entre los creyentes afirmar que "sin Dios todo vale", es decir, parcen estar seguros de que la gente es buena por miedo a un ser invisible y todopoderoso que lo puede arrojar al infierno, las llamas y la tortura eternas. Parece muy claro que quien se comporta bien por miedo al castigo no está siendo realmente bueno, sino simplemente egoísta, convenenciero y calculador.

A diferencia de lo que dicen estas personas, muchos creen (creemos) que la gente buena que cree en algún dios seguiría siendo buena si se le demostrara que tal dios no existe, mientras que los malvados que asesinan, torturan, persiguen, excluyen, odian y causan infinito dolor en nombre de su dios se quedarían sin la coartada que les da el afirmar que hacen "la voluntad" de su dios.

La gente buena no necesita dioses.

Por otro lado, es común entre las jerarquías que viven de las religiones, especialmente la católica, afirmar que la "falta de dios" es la causante de todos los desastres de nuestro tiempo. Esta afirmación carece totalmente de bases, por supuesto. En tiempos en que su dios era obligatorio tuvimos las cruzadas, la conquista de América y África y la Inquisición, males genuinos y desastres atroces que no surgieron de la falta de dios, sino del celo excesivo de personas que, inexplicablemente, creen en un dios todopoderoso que, sin embargo, los necesita a ellos para que se haga su voluntad.

Finalmente, los datos reales son que la proporción de ateos delincuentes y ateos en las cárceles es menor a la de los ateos respetuosos de las normas de convivencia. En Estados Unidos, tierra del integrismo cristiano y de lo más parecido a los talibanes que ha generado occidente, las cifras son cuando menos para invitar a la reflexión. En Estados Unidos, se calcula que entre el 8 y el 16% de sus habitantes son ateos, y sin embargo sólo el 0,2% de la población carcelaria está formada por ateos según un estudio de Rod Swift, y estas cifras han sido confirmadas una y otra vez en distintas sociedades y por distintas personas.

Millones y millones de personas son buenas sin dioses, y no matan, no violan y no torturan, pero no por miedo a la cárcel o al infierno, sino porque es malo, y no necesitan libros sagrados para saberlo.

¿Usted hace el bien por miedo a dios o porque es, simplemente, una buena persona?


octubre 01, 2009

El oportunismo del embuste


Paseaba yo a mi perro por el barrio, agradable actividad que me permite escuchar una hora de música que va desde canciones inglesas medievales hasta el rock grasiento de George Thorogood, desde los troveros o roleros mexicanos hasta Janis Joplin, desde Jethro Tull hasta Leonard Cohen, cuando el escaparate de la farmacia me sacudió en la cara lo que usted ve a la izquierda: un escaparate que ofrece el remedio mágico homeopático "oscillococcinum", producido por la marcroempresa familiar del agua destilada y la lactosa llamado "Boiron", compañía comercial francesa que se ha impuesto la sagrada misión de meter la mano en el fondo común de la sanidad europea, para lo cual cuentan con el apoyo de un montón de personas que tienen todas en común el que no tienen ni idea de medicina.

Lo que me dio entre risa y angustia fue que el tal "oscillococcinum" es un preparado de algo que no existe, que nunca existió: una bacteria "oscilante" (oscilococo) que creyó ver el médico frances Joseph Roy en la sangre de las víctimas de la gripe española de 1917. Más adelante, Roy vio sus seres unicelulares bailarines en la sangre y tumores de pacientes de cáncer, en los tubérculos de pacientes de tuberculosis y en la pus de infectados por gonorrea. Y finalmente detectó su misterioso bichito giratorio en pacientes con eczema, reumatismo, paperas, varicela y sarampión.

Con la audacia de la ignorancia, Roy decidió que su bacteria misteriosa que nadie más había visto en toda la historia de la microscopía (y que nadie más volvió a ver hasta hoy) era la causante de todas esas enfermedades, cosa muy de acuerdo con las creencias mágicas de la homeopatía que no acepta que cada enfermedad tenga su causa (por ejemplo, distintos microorganismos que causan la sífilis, la gonorrea, la viruela, la rabia, la malaria, etc.). Roy se apresuró a fabricar un preparado homeopático de oscilococos usando como fuente de sus animálculos danzarines al pobre pato real (Cairina moschata). El preparado homeopático (donde no hay ni una molécula del hígado del pato usado) era, según Roy, la curación del cáncer, la sífilis, la sarna y la tuberculosis, y en el espíritu del empresario al que estudiar científicamente las cosas le parece una bobada monumental, se puso a venderlo.

Tal es la historia resumida que cuenta con lujo de detalles y sana mala leche Manolo Elmas en la entrada Bichitos homeopáticos: ¿El oscilocuálo? de su blog "Existen los fantasmas", que le recomiendo vivamente.

El caso es que una vez llegados a eso, nadie sabe cómo el "oscillococcinum", que es una marca registrada del "laboratorio" Boiron del preparado de Roy, se acabó vendiendo como "preventivo" para la gripe con el lema (también registrado) de "La medicina nº 1 de la naturaleza contra la gripe", frase que no tiene desperdicio porque ese mejunje no es una medicina, no sirve contra la gripe y su relación con la naturaleza es sólo que está compuesto únicamente por agua y lactosa. No costó nada desarrollarlo, no cuesta nada hacer estudios clínicos que sustenten tal afirmación (el laboratorio cobrante no ha hecho ni uno, y cuando los estudios los hacen científicos de verdad, resulta que, como el resto de los productos homeopáticos, no sirven para nada) y por tanto el dólar que cuesta cada dosis arroja unos beneficios que sin problema llegan al 80%.

Para más datos de por qué este bloguero se atreve a afirmar que lo están timando vendiéndole lactosa a un dólar la pildorita, vea el artículo de Wikipedia sobre el oscillococcinum que ha logrado sobrevivir, al menos hasta hoy, el férreo control que tienen los rarólogos y alternativistas newageros y anticientíficos sobre los contenidos de esta enciclopedia colectiva. Está también el monográfico de ARP-SAPC sobre el tema

Estamos ante un preparado homeopático que por definición no tiene ninguna capacidad curativa, y además producto, al parecer, de un problema que padecía en los ojos y en la vista el pobre Joseph Roy, que veía  por doquier bichitos bailarines que no existen, que no pueden existir según la biología y que, de existir, no podrían ser causantes de la plétora de afecciones que les atribuyó el desaprensivo médico ni un preparado de hígado de pato con su nombre curaría nada.

Pero se está vendiendo. Y en farmacias. Sin problema. Sin que las asociaciones de consumidores se escandalicen. Sin que los colegios médicos se subleven. Sin que las autoridades sanitarias levanten la ceja. Y los mismos que aúllan porque "no se ha demostrado que la vacuna contra la gripe H1N1 sea segura" le recomiendan esta pócima que no ha demostrado ni siquiera ser mínimamente efectiva.

Ante la crítica, los homeópatas sólo pueden mostrar el éxito comercial, de mercado y publicitario de Boiron, resumidos en sus más de 466 millones de dólares en venta de agua destilada y lactosa con un presupuesto exiguo de investigación (fundamentalmente dedicada a demostrar que la homeopatía funciona, cosa que no han logrado).

El embuste oportunista es buen negocio. No, no es medicina, pero es un buen negocio.